Por Víctor Herrera
Ya es una tendencia de los últimos años que las mejores teleseries chilenas no sean las más exitosas
No podemos evitar ser didácticos,
así que partiremos con palabras de Perogrullo: Las teleseries, al igual que la
mayoría de los programas que pasan por televisión, se hacen obviamente para que
las vea la mayor cantidad de gente posible y así reportar ganancias por
publicidad. Amores de Mercado y Machos lideran el ranking de las
teleseries más exitosas desde que apareció el people meter, con 46.7 y 38.9 puntos promedio, respectivamente,
cifras utópicas para las producciones de hoy. Pero como en todo, no siempre
resulta la llegada con el público: teleseries como Jaque Mate, Los Capo, Charly
Tango y las recientes Caleta del Sol y Valió
la Pena son algunos de los fracasos más “recordados.”
Durante fines de los 90’s y
principios de la década pasada, TVN marcó altos índices de audiencia con
producciones que además en términos de calidad le subían cada vez más el pelo
al género y lo alejaban de la frivolidad de la que siempre se le ha acusado. No
solo el siempre mencionado Vicente Sabatini hizo lo suyo con producciones como La Fiera, Romané y Pampa Ilusión,
también María Eugenia Rencoret (que años anteriores casi siempre estuvo a la
sombra de su imponente colega, perdiendo el segundo semestre contra Canal 13)
logró consolidarse con Aquelarre y Amores de Mercado.
Con la llegada de las nocturnas,
productos como Los Treinta, Alguien te Mira, Dónde está Elisa, Soltera Otra Vez y El Laberinto de Alicia lograron alta sintonía y, más allá de que
nos gustaran o no, es innegable que aportaron temática y/o narrativamente al
género, marcando pauta para lo que se haría después, instaurando fórmulas que algunas
de sus sucesoras, concebidas como sandías caladas, agotaron con demasiada
rapidez.
¿Qué es lo que ocurre hoy? Sin
duda que también hay éxitos, con menor frecuencia que antes y en menores
proporciones (el encendido general de televisores ha disminuido
considerablemente). Sin embargo, a nuestro juicio el éxito en sintonía ha
dejado de condecirse con la innovación y con productos dramáticos que realmente
aporten al género como obra artística. Sí, como obra artística, porque las
teleseries, cultura de masas, formato recurrentemente denostado y con sus
códigos narrativos propios, pueden ser
arte, y la mayor prueba de ello es lo hecho por el autor Sergio Vodanovic (Los Títeres) durante los años ochenta.
La Poseída (TVN, 2015)
Ya es una tendencia de los
últimos años que las mejores teleseries chilenas no sean las más exitosas. En
horario nocturno, teleseries notables como Secretos
en el Jardín o La Poseída (e
incluso la infravalorada No Abras la
Puerta), han sucumbido de manera abismante en sintonía. La primera no solo
tenía varias actuaciones destacadas que daban vida a personajes fascinantes y
complejos, sino que tenía una estructura que propiciaba la progresión dramática
a los largo de sus cien capítulos, o en palabras simples, iba de menos a más
como todo buen thriller. La segunda, si bien lleva poco de trama al aire, no
solo ha demostrado una gran mejora en la propuesta y calidad estética con
respecto a sus antecesoras, también ha brindado varias escenas memorables e
interpretaciones sólidas de gran parte del elenco. Recordemos, además, que ambas
fueron puestas al aire bajo cuestionadas e incomprensibles decisiones de
programación (en segunda franja o solo un día a la semana en un principio). ¿Su
bajo rating entonces se debe solo a malas decisiones de programación y pantalla
fría? ¿O definitivamente a la gran masa no le interesa ver este tipo de
historias? Lo último parece tener sentido cuando, en el otro extremo, vemos el
éxito obtenido por Somos los Carmona,
Pituca sin Lucas y Papá a la periva, producciones
familiares, simples y con mucha comedia de horario vespertino.
Pero no nos equivoquemos. Se ha
convertido casi en un cliché afirmar que la gente no quiere dramas, sino
reírse. Mas lo cierto es que los gustos de la masa son cíclicos y hasta
conviven, de otra forma no se entiende que productos tan disímiles como la cruda historia de un latifundista que
maltrata a sus empleados haya sido igual de exitosa que las hilarantes anécdotas de
una mujer engañada que busca un nuevo amor entre varios "pasteles." El
mencionado cliché también se hunde cuando vemos que la dramática Vuelve temprano (una buena historia mal desarrollada)
fue un éxito el año pasado tanto en audiencia como en redes sociales. En conclusión, la
teleaudiencia en general, especialmente en las nocturnas, no sigue un producto
porque sea drama o comedia, ninguno de los dos géneros posee la exclusividad
del éxito. Lo que funciona en un momento no necesariamente funcionará en otro.
Papá a la deriva (Mega, 2015)
Rechazamos los “análisis”
exitistas que igualan el buen rating a la calidad, (de hecho, ese rechazo es
una de nuestras premisas). Tampoco es que pensemos que sintonía y buena
televisión son inversamente proporcionales, porque sería igual de absurdo.
Simplemente van por carriles distintos, a veces coinciden, a veces no, y las
razones no están claras, pero exceden a las cualidades de los productos en sí. Es
lamentable, por otro lado, que la sintonía sea una maldición que además
entregue mala reputación, pues una parte importante del público, instado por la
prensa sensacionalista, piensa cuantitativamente, relacionando el rating a qué
tan bueno es el producto, pensando que si “nadie” ve determinado programa, es
porque seguramente no merece ser visto, creyendo que si a una teleserie le va
mal es simplemente porque es mala y viceversa. En realidad el rating puede ser
mucho más azaroso e injusto de lo que parece.
No subestimamos al público masivo, pero tampoco podemos creer en una
masa que evalúa crítica y concienzudamente (como si tuviese tiempo) todo lo que
los canales le ofrecen eligiendo “lo mejor” en cada horario, a lo más el
telespectador elige lo que más le llama la atención en primera instancia o lo
que el marketing supo posicionar de mejor modo. Por eso es que todos esos
análisis que ensalzan las supuestas cualidades para “conectar con las
audiencias” que, por ejemplo, tendría Papá
a la deriva y que le faltarían a Matriarcas,
nos parecen desacertados cuando nos sentamos a ver ambas teleseries con
detenimiento (sí, hemos visto ambas) y nos damos cuenta que la segunda, además
de ser mucho más original y completa, es tanto o más entretenida que la primera,
y la paliza que le están dando es debida mayormente a la situación de los
canales y las circunstancias en las que ambas producciones se estrenaron.
Matriarcas (TVN, 2015)
¿Por qué nos debería importar a
nosotros que el rating sea más justo y favorezca los productos dramáticos que
seguimos? ¿No debería ser acaso preocupación exclusiva de los creativos y
ejecutivos de los canales? ¿No deberíamos limitarnos a disfrutar las historias
que nos entregan, como meros espectadores que somos? La indiferencia por el
rating parece ser el discurso políticamente correcto de los que, como nosotros,
priorizan la calidad de las producciones al momento de elegirlas, pero lo
verdaderamente honesto es que la sintonía no nos es indiferente, y no
precisamente porque queramos sentirnos en el “bando ganador” cuando vemos
determinada teleserie. Nos importa el rating porque de él depende muchas veces
el trato en programación que reciben los productos, especialmente las
teleseries, que son programas con una presencia tan continua y prolongada en la
parrilla. Nos importa el rating porque si le va bien a una Poseída hay muchas más probabilidades de que se sigan explorando
las posibilidades del género en futuras producciones, tanto en historias como
en nivel de producción. Nos importa el rating porque si solo arrasan Somos los Carmona, Pituca sin lucas y Papá a la deriva, los canales saturarán la pantalla de historias repetidas, que
abusan de clichés y que rozan la simplonería (y no la blanca belleza de la “simplicidad”
que mentirosamente tratan de vendernos). Nos importa el rating porque no
infravaloramos el género y creemos firmemente que las teleseries pueden ser
mucho más que lo anterior, aun respetando sus códigos propios y siendo masivas.
Secretos en el jardín (Canal 13, 2013)
La respuesta a la pregunta del
título no la tenemos nosotros. La Poseída,
por la claridad de su argumento, pintaba para un fenómeno masivo mucho más que Secretos en el jardín, que a leguas en
su promoción ya se veía como un producto más de nicho. Sin embargo, la nocturna
de TVN, como ya vislumbramos, ha terminado por convertirse en el símil del
canal público de lo que fue aquella gran producción de Canal 13: un trabajo
cuidado, una trama bien hilada que progresa dramáticamente con el correr de los
capítulos, un trabajo resaltado por la crítica, pero al que la sintonía es
esquiva. Y como nos importa el rating por todo lo expuesto anteriormente, nos
gustaría que este tipo de producciones, que se atreven a hacer evolucionar el
género en vez de perpetuar las formulas cien veces probadas, tuviesen una
recompensa por parte de la audiencia. De lo contrario, es muy difícil que la
televisión cambie para mejor.
Acabo de leer un HOMENAJE a TVN
ResponderBorrarSegún ustedes el rating no refleja la "calidad" pero si comparamos "Papá a la deriva" con "Matriarcas" tienen un nivel de producción muy parecido, incluso "Papá a la deriva" tiene un gran "plus" por tener las imágenes del hermoso Valparaiso. Yo no se donde ustedes ven que "Matriarcas" es de mejor "nivel" a "Papá a la deriva"
También dicen que la gente se deja llevar por lo que dicen los diarios sobre el rating de cada programa y por eso la gente no los ve. Pero ustedes como me podrían explicar el "fenómeno" de "Las Mil Y Una Noches" siendo que cuando comenzaron a emitirla, en ese entonces Mega era el canal menos visto de la Tv Chilena, y en su debut alcanzó aproximadamente 10 ptos. (lo mismo que tuvo Matriarcas en su debut) y "Las Mil Y Una Noches" en un mes construyó todo su público, compitiendo con el gran éxito de Tvn, en ese entonces, "Vuelve Temprano".
Hola! En ningún momento nos referimos al nivel de produccción de ambas teleseries vespertinas. Si por nivel de producción entendemos sets, fotografía, musicalización, locaciones, etc., pues sí, concordamos en que no hay una gran diferencia. Pero en cuanto a historia, trama y personajes, una es una sandía calada que toma una idea hecha mil veces con una cantidad de personajes reducida, y la otra se atreve a innovar, es más impredecible, mezcla la intriga con la comedia, y eso para nosotros hace la gran diferencia.
BorrarCon respecto al fenómeno de "Las Mil Y Una Noches", pues fue eso, un fenómeno creciente que ocurre a lo lejos, que el canal supo programar muy bien y que no alcanzó a contar con mala prensa porque ya en la primera semana fue subiendo.
Si parece un "homenaje" a TVN es simplemente porque creemos que, entre los dos canales nacionales que actualmente tienen teleseries chilenas al aire, es el canal público el que más se la está jugando por hacer crecer el género, mientras que Mega aplica la fórmula, lo cual es legítimo, está bien ejecutado (no negamos que PALD tiene fortalezas) y hasta ahora les da resultado en sintonía, pero a nuestro gusto no aporta mucho a las historias que se cuentan ni a la forma de contarlas.
Saludos!
Como digo siempre: La TV chilena está llena de injusticias, teniendo todos los recursos para hacer producciones que hagan temblar a los gigantes de la industria, seguimos en lo mismo porque da resultado, no se atreven a innovar aunque sea un poquito.
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