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Teleseries chilenas hoy: ¿Cómo reunir éxito y calidad?



Ya es una tendencia de los últimos años que las mejores teleseries chilenas no sean las más exitosas


No podemos evitar ser didácticos, así que partiremos con palabras de Perogrullo: Las teleseries, al igual que la mayoría de los programas que pasan por televisión, se hacen obviamente para que las vea la mayor cantidad de gente posible y así reportar ganancias por publicidad. Amores de Mercado y Machos lideran el ranking de las teleseries más exitosas desde que apareció el people meter, con 46.7 y 38.9 puntos promedio, respectivamente, cifras utópicas para las producciones de hoy. Pero como en todo, no siempre resulta la llegada con el público: teleseries como Jaque Mate, Los Capo, Charly Tango  y las recientes Caleta del Sol  y Valió la Pena son algunos de los fracasos más “recordados.”

Durante fines de los 90’s y principios de la década pasada, TVN marcó altos índices de audiencia con producciones que además en términos de calidad le subían cada vez más el pelo al género y lo alejaban de la frivolidad de la que siempre se le ha acusado. No solo el siempre mencionado Vicente Sabatini hizo lo suyo con producciones como La Fiera, Romané y Pampa Ilusión, también María Eugenia Rencoret (que años anteriores casi siempre estuvo a la sombra de su imponente colega, perdiendo el segundo semestre contra Canal 13) logró consolidarse con Aquelarre y Amores de Mercado.

Con la llegada de las nocturnas, productos como Los Treinta, Alguien te Mira, Dónde está Elisa,  Soltera Otra Vez y El Laberinto de Alicia lograron alta sintonía y, más allá de que nos gustaran o no, es innegable que aportaron temática y/o narrativamente al género, marcando pauta para lo que se haría después, instaurando fórmulas que algunas de sus sucesoras, concebidas como sandías caladas, agotaron con demasiada rapidez.

¿Qué es lo que ocurre hoy? Sin duda que también hay éxitos, con menor frecuencia que antes y en menores proporciones (el encendido general de televisores ha disminuido considerablemente). Sin embargo, a nuestro juicio el éxito en sintonía ha dejado de condecirse con la innovación y con productos dramáticos que realmente aporten al género como obra artística. Sí, como obra artística, porque las teleseries, cultura de masas, formato recurrentemente denostado y con sus códigos narrativos propios, pueden ser arte, y la mayor prueba de ello es lo hecho por el autor Sergio Vodanovic (Los Títeres) durante los años ochenta.

La Poseída (TVN, 2015)


Ya es una tendencia de los últimos años que las mejores teleseries chilenas no sean las más exitosas. En horario nocturno, teleseries notables como Secretos en el Jardín o La Poseída (e incluso la infravalorada No Abras la Puerta), han sucumbido de manera abismante en sintonía. La primera no solo tenía varias actuaciones destacadas que daban vida a personajes fascinantes y complejos, sino que tenía una estructura que propiciaba la progresión dramática a los largo de sus cien capítulos, o en palabras simples, iba de menos a más como todo buen thriller. La segunda, si bien lleva poco de trama al aire, no solo ha demostrado una gran mejora en la propuesta y calidad estética con respecto a sus antecesoras, también ha brindado varias escenas memorables e interpretaciones sólidas de gran parte del elenco. Recordemos, además, que ambas fueron puestas al aire bajo cuestionadas e incomprensibles decisiones de programación (en segunda franja o solo un día a la semana en un principio). ¿Su bajo rating entonces se debe solo a malas decisiones de programación y pantalla fría? ¿O definitivamente a la gran masa no le interesa ver este tipo de historias? Lo último parece tener sentido cuando, en el otro extremo, vemos el éxito obtenido por Somos los Carmona, Pituca sin Lucas y Papá a la periva, producciones familiares, simples y con mucha comedia de horario vespertino.

Pero no nos equivoquemos. Se ha convertido casi en un cliché afirmar que la gente no quiere dramas, sino reírse. Mas lo cierto es que los gustos de la masa son cíclicos y hasta conviven, de otra forma no se entiende que productos tan disímiles  como la cruda historia de un latifundista que maltrata a sus empleados haya sido igual de exitosa que las hilarantes anécdotas de una mujer engañada que busca un nuevo amor entre varios "pasteles." El mencionado cliché también se hunde cuando vemos que la dramática Vuelve temprano (una buena historia mal desarrollada) fue un éxito el año pasado tanto en audiencia como en redes sociales. En conclusión, la teleaudiencia en general, especialmente en las nocturnas, no sigue un producto porque sea drama o comedia, ninguno de los dos géneros posee la exclusividad del éxito. Lo que funciona en un momento no necesariamente funcionará en otro.

Papá a la deriva (Mega, 2015)


Rechazamos los “análisis” exitistas que igualan el buen rating a la calidad, (de hecho, ese rechazo es una de nuestras premisas). Tampoco es que pensemos que sintonía y buena televisión son inversamente proporcionales, porque sería igual de absurdo. Simplemente van por carriles distintos, a veces coinciden, a veces no, y las razones no están claras, pero exceden a las cualidades de los productos en sí. Es lamentable, por otro lado, que la sintonía sea una maldición que además entregue mala reputación, pues una parte importante del público, instado por la prensa sensacionalista, piensa cuantitativamente, relacionando el rating a qué tan bueno es el producto, pensando que si “nadie” ve determinado programa, es porque seguramente no merece ser visto, creyendo que si a una teleserie le va mal es simplemente porque es mala y viceversa. En realidad el rating puede ser mucho más azaroso e injusto de lo que parece.  No subestimamos al público masivo, pero tampoco podemos creer en una masa que evalúa crítica y concienzudamente (como si tuviese tiempo) todo lo que los canales le ofrecen eligiendo “lo mejor” en cada horario, a lo más el telespectador elige lo que más le llama la atención en primera instancia o lo que el marketing supo posicionar de mejor modo. Por eso es que todos esos análisis que ensalzan las supuestas cualidades para “conectar con las audiencias” que, por ejemplo, tendría Papá a la deriva y que le faltarían a Matriarcas, nos parecen desacertados cuando nos sentamos a ver ambas teleseries con detenimiento (sí, hemos visto ambas) y nos damos cuenta que la segunda, además de ser mucho más original y completa, es tanto o más entretenida que la primera, y la paliza que le están dando es debida mayormente a la situación de los canales y las circunstancias en las que ambas producciones se estrenaron.

Matriarcas (TVN, 2015)


¿Por qué nos debería importar a nosotros que el rating sea más justo y favorezca los productos dramáticos que seguimos? ¿No debería ser acaso preocupación exclusiva de los creativos y ejecutivos de los canales? ¿No deberíamos limitarnos a disfrutar las historias que nos entregan, como meros espectadores que somos? La indiferencia por el rating parece ser el discurso políticamente correcto de los que, como nosotros, priorizan la calidad de las producciones al momento de elegirlas, pero lo verdaderamente honesto es que la sintonía no nos es indiferente, y no precisamente porque queramos sentirnos en el “bando ganador” cuando vemos determinada teleserie. Nos importa el rating porque de él depende muchas veces el trato en programación que reciben los productos, especialmente las teleseries, que son programas con una presencia tan continua y prolongada en la parrilla. Nos importa el rating porque si le va bien a una Poseída hay muchas más probabilidades de que se sigan explorando las posibilidades del género en futuras producciones, tanto en historias como en nivel de producción. Nos importa el rating porque si solo arrasan Somos los Carmona, Pituca sin lucas y Papá a la deriva, los canales saturarán la pantalla de historias repetidas, que abusan de clichés y que rozan la simplonería (y no la blanca belleza de la “simplicidad” que mentirosamente tratan de vendernos). Nos importa el rating porque no infravaloramos el género y creemos firmemente que las teleseries pueden ser mucho más que lo anterior, aun respetando sus códigos propios y siendo masivas.

Secretos en el jardín (Canal 13, 2013)

La respuesta a la pregunta del título no la tenemos nosotros. La Poseída, por la claridad de su argumento, pintaba para un fenómeno masivo mucho más que Secretos en el jardín, que a leguas en su promoción ya se veía como un producto más de nicho. Sin embargo, la nocturna de TVN, como ya vislumbramos, ha terminado por convertirse en el símil del canal público de lo que fue aquella gran producción de Canal 13: un trabajo cuidado, una trama bien hilada que progresa dramáticamente con el correr de los capítulos, un trabajo resaltado por la crítica, pero al que la sintonía es esquiva. Y como nos importa el rating por todo lo expuesto anteriormente, nos gustaría que este tipo de producciones, que se atreven a hacer evolucionar el género en vez de perpetuar las formulas cien veces probadas, tuviesen una recompensa por parte de la audiencia. De lo contrario, es muy difícil que la televisión cambie para mejor.



3 comentarios:

  1. Acabo de leer un HOMENAJE a TVN
    Según ustedes el rating no refleja la "calidad" pero si comparamos "Papá a la deriva" con "Matriarcas" tienen un nivel de producción muy parecido, incluso "Papá a la deriva" tiene un gran "plus" por tener las imágenes del hermoso Valparaiso. Yo no se donde ustedes ven que "Matriarcas" es de mejor "nivel" a "Papá a la deriva"
    También dicen que la gente se deja llevar por lo que dicen los diarios sobre el rating de cada programa y por eso la gente no los ve. Pero ustedes como me podrían explicar el "fenómeno" de "Las Mil Y Una Noches" siendo que cuando comenzaron a emitirla, en ese entonces Mega era el canal menos visto de la Tv Chilena, y en su debut alcanzó aproximadamente 10 ptos. (lo mismo que tuvo Matriarcas en su debut) y "Las Mil Y Una Noches" en un mes construyó todo su público, compitiendo con el gran éxito de Tvn, en ese entonces, "Vuelve Temprano".

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    1. Hola! En ningún momento nos referimos al nivel de produccción de ambas teleseries vespertinas. Si por nivel de producción entendemos sets, fotografía, musicalización, locaciones, etc., pues sí, concordamos en que no hay una gran diferencia. Pero en cuanto a historia, trama y personajes, una es una sandía calada que toma una idea hecha mil veces con una cantidad de personajes reducida, y la otra se atreve a innovar, es más impredecible, mezcla la intriga con la comedia, y eso para nosotros hace la gran diferencia.
      Con respecto al fenómeno de "Las Mil Y Una Noches", pues fue eso, un fenómeno creciente que ocurre a lo lejos, que el canal supo programar muy bien y que no alcanzó a contar con mala prensa porque ya en la primera semana fue subiendo.
      Si parece un "homenaje" a TVN es simplemente porque creemos que, entre los dos canales nacionales que actualmente tienen teleseries chilenas al aire, es el canal público el que más se la está jugando por hacer crecer el género, mientras que Mega aplica la fórmula, lo cual es legítimo, está bien ejecutado (no negamos que PALD tiene fortalezas) y hasta ahora les da resultado en sintonía, pero a nuestro gusto no aporta mucho a las historias que se cuentan ni a la forma de contarlas.
      Saludos!

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  2. Como digo siempre: La TV chilena está llena de injusticias, teniendo todos los recursos para hacer producciones que hagan temblar a los gigantes de la industria, seguimos en lo mismo porque da resultado, no se atreven a innovar aunque sea un poquito.

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