Por Víctor Herrera
Vuelve Temprano (2014). Imagen reproducción TVN |
Seré honesto. Hace casi tres
semanas me puse a redactar este artículo con la remota esperanza de que llegado
el momento de publicarlo (es decir, hoy, 4 de agosto de 2015) hubiese tenido
que desecharlo porque un milagro ya habría sacado al canal público del fango,
lo cual me habría llevado a escribir con alegría otro texto reelaborando el que
ya tenía. Como era de esperarse, aquello no ocurrió, aunque ha habido noticias
de cambios en los mandos, la crisis por el momento sigue tal cual, así que aquí
me tienen con el escrito original:
¿Cuándo comienza una crisis? Sabemos
que la situación que afecta a TVN, y que lamentablemente ha derivado en
despidos masivos, no es algo de un día para otro, sino que se dio de manera
paulatina. No obstante, hay un hito televisivo y mediático que de cierta manera
marca un antes y un después y que ocurrió hace exactamente un año, un 04 de
agosto de 2014: el final de Vuelve
Temprano.
Hay por ahí quienes han planteado
la “disparatada” teoría de que fue el final de aquella nocturna lo que generó
tanta indignación en el público, que su rabia contra el canal perdura hasta
hoy, quizá ya no como rabia propiamente tal, pero sí canalizada en el hábito de
sencillamente no sintonizar TVN. Nosotros mismos en algún momento lo sugerimos
vía Twitter. Pero otros, tratando de tener una visión más global y “seria” del
problema, creen que plantear eso es una exageración (por no decir una
estupidez) y que son otras las causas profundas de la prolongada crisis.
Nosotros no nos casamos con ninguna postura: creemos que las razones del estado
en que se encuentra TVN son principalmente administrativas (del mando actual y
del anterior). Sin embargo, tampoco subestimamos el efecto que el decepcionante
final de un culebrón puede tener en la gente (porque la masa tevita es igual al monstruo de Viña: si algo no le gusta busca la manera de manifestarlo)… Por lo menos, tomamos aquel
episodio como el comienzo simbólico de toda la debacle, o como el punto cúlmine
de una seguidilla de malas prácticas que se repitieron por años, o la gota que
rebalsó el vaso… Porque así lo vivimos, y en gran parte porque así resulta más “entretenido”
(con respeto por los afectados) narrar la génesis y el desarrollo de la crisis.
Para dimensionar mejor todo,
recordemos lo que ocurrió esa noche en el people
meter (tenemos los datos) y en las redes sociales (si nuestra memoria nos
ayuda).
La masa esperaba un final
sorprendente y de alto impacto, como todo buen “thriller” (como supuestamente
lo era Vuelve Temprano), debiese tener. Pero por mi parte -y
aquí hablo a título personal y no necesariamente por todos los tevitos del blog-
no tenía tantas expectativas, y quizá por eso mi decepción no fue tan grande. Y
conste que no es de soberbio, pero los que le conocemos las mañas a TVN (entre
ellas, mutilar no solo los capítulos finales, sino también todo el desarrollo),
aquellos que hemos visto prácticamente todas sus nocturnas, los que sabemos de
guionistas detrás de las producciones y no somos precisamente admiradores del
trabajo de la libretista Daniella Castagno (autora de las intrascendentes Brujas, Aquí Mando Yo, Separados,
Papá a la Deriva, entre muchas otras)…
en fin, preveíamos que algo así podía ocurrir. Como ya afirmamos en un artículo
anterior, Vuelve Temprano era una
buena historia mal desarrollada, o en otras palabras, un argumento potente con
una trama mal ejecutada, el hijo defectuoso de Dónde está Elisa (menos notable en historia, pero mucho más potente
en trama y por ello abismalmente superior). Vuelve
Temprano ni siquiera era un thriller como se vendía: era una telenovela
mucho más convencional de lo que aparentaba, era principalmente un dramón
familiar (entiéndase “familiar” por las relaciones entre los personajes de la
ficción, no porque fuera “apta para toda la familia”) repleto de clichés y con
tintes efectistas de thriller. Tuvo algunos giros aplaudibles, como la
participación del comisario Fuenzalida en la red de explotación sexual que nadie
fue capaz de adivinar, pero que no la hicieron salir de su plano desarrollo. De
manera que su final no fue otra cosa que la resolución consecuente y predecible
de un desarrollo redundante y falto de vértigo. Uno lo vio venir, pero el
espectador que no consume teleseries con la misma frecuencia, o que quizá las
consume sin analizarlas o sin tener idea de quienes son los creativos
(seguramente la gran mayoría del público), ese espectador que no recordaba (o
no vio) teleseries nocturnas superiores del mismo canal y que por lo tanto
creía que Vuelve Temprano era lo más
“güeno” en mucho tiempo… Ese espectador que se sentó ingenuamente frente a la
tele esperando que lo sorprendieran, se decepcionó al punto que cambió de
canal.
Imágenes reproducción TVN |
Los indignantes veintiún minutos
que duró dicho final dejaron un pésimo sabor de boca. Más tarde la guionista se
defendería afirmando que el final original de guion fue dividido en tres
emisiones, lo cual ya no dependía de ella. Los apañadores tuits de sus colegas
José Ignacio “Chascas” Valenzuela (Marparaíso,
La Familia de al Lado) y Pablo
Illanes (Fuera de Control, Dónde está Elisa) hicieron ver que se
trataba de una mala práctica habitual de los canales. Aun cuando consideramos
válido este alegato y estamos de acuerdo en que es una ordinariez de parte del
canal, creemos que el final de la exitosa nocturna quedaba cojo y falto de
sorpresa incluso si se hubiese emitido íntegro, pues sus últimas tres emisiones
se centraron exclusivamente en escenas resolutivas más propias de epílogo que de
clímax. La decepción llevó a #FinalVuelveTemprano a la cumbre de los trending tópic y no precisamente con comentarios positivos. Incluso un usuario de youtube que subía los capítulos a dicha plataforma, no quiso subir el último para que su vídeo no se llenase de "deditos abajo".
El episodio final de la nocturna de TVN promedió 29,6 puntos y le dejó un piso de 30 a su sucesora: No Abras La Puerta, la cual se estrenó inmediatamente a continuación, en uno más de los tradicionales “súper lunes” de TVN. Sin embargo, minuto a minuto la nueva teleserie fue bajando hasta terminar promediando 18,8 unidades esa noche, es decir, más de diez puntos menos que el final de su antecesora. No digamos que el primer capítulo de No Abras la Puerta fue grandioso, pero sin duda que el mal final que le precedió le perjudicó. Lo irónico es que a la larga la nueva teleserie resultaría ser mejor que Vuelve Temprano, con actuaciones quizá no igual de notables, pero sí con personajes más complejos y mejor construidos. Lamentablemente la gran mayoría de Chile se la perdió.
Tras el final de la nocturna
protagonizada por Amparo Noguera, El Amor
lo Manejo Yo (la vespertina que TVN emitía entonces) nunca volvió a superar
los 20 puntos de sintonía, ni siquiera al entrar en su recta final, algo que hasta
la semana anterior al final de Vuelve
Temprano todavía ocurría (si eso no es una audiencia manifestándose, ¿qué
es?). Y lo que ocurrió con su sucesora, Caleta
del Sol, es historia conocida: Pituca
sin Lucas de Mega la dejó en la UCI, fue cambiada de horario, terminó
abruptamente con la mitad de los capítulos que dura una teleserie normal y se
convirtió en la telenovela menos vista en la historia del people meter con 3,9 puntos promedio. El mal rating vespertino
afectó al noticiario central; el bajo rating del noticiario central afectó al
prime… Y en poco tiempo TVN pasó del primero al cuarto lugar de audiencia.
Quizá la profunda decepción por
el desenlace de Vuelve Temprano no
desencadenó la crisis de audiencia de TVN, no podemos asegurarlo. Pero sí
podemos decir que justo tras dicho final comenzó la debacle en rating del Área
Dramática que arrastró a todo lo demás. Hay algo que no me deja de dar vueltas:
el rating se mide solo en 600 hogares, y esos hogares saben que tienen el poder de representar estadísticamente lo que
supuestamente vemos todos los chilenos. Ahí se las dejo…
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