Faltando poco para que el programa de TVN se despida (dicen las malas lenguas que terminaría este lunes), no quiero dejarlo ir sin antes dar mi veredicto. Aclaro antes que todo que no soy un gran consumidor del programa original estadounidense "Lip Sync Battle" (basado en una sección del programa "Late Night with Jimmy Fallon") porque no me parece una idea especialmente genial ni atractiva. Pero sí he visto varias presentaciones, tanto del programa conducido por James Todd Smith III (más conocido como LL Cool J) como del programa de Fallon. Y si bien miro con recelo las comparaciones odiosas que muchas veces se hacen entre producciones nacionales y norteamericanas, en este caso al tratarse de un formato extranjero, no puedo evitar proceder de esa manera.
La gran bandera de defensa de quienes apoyan "Lip Sync Chile" es al mismo tiempo el gran talón de Aquiles del estelar. Tiende a decirse que un programa de este tipo solo busca la entretención y no finalidades "mayores", como dando a entender que el objetivo está cumplido digan lo que digan, como si la entretención se lograra con cualquier cosa o fuese una pretensión menor que no resiste análisis y en función de la cual todo es válido (esto último permite que "Morandé con Compañía" lamentablemente exista). Este argumento vale cuando se trata de defender a "Lip Sync Chile" de las críticas que lo acusan de "basura" porque ocupa la pantalla pública sin ser cultural, informativo ni educativo. Convengamos en que el programa no pretende ser eso y no tiene por qué serlo, efectivamente su finalidad es únicamente entretener y quienes creemos en el derecho a dejar descansando el cerebro defendemos la existencia de programas de este tipo incluso en la televisión pública. Pero el mismo argumento se derrumba cuando se evidencia que el gran problema del espacio de TVN es que no entretiene. O entretiene a medias como mucho.
El despliegue de parafernalia mediante público eufórico, disfraces, bailarines, la utilización de canciones de moda y la disposición de los invitados a "jugar" son recursos que suman pero que son insuficientes. La gracia del formato original es el efecto cómico que genera el playback bien hecho por un famoso, especialmente cuando el personaje en cuestión y la voz de la canción que está doblando son incompatibles, porque entonces el desafío es hacer calzar su simulación lo más posible para provocar una verosimilitud ridícula. Eso no ocurre con los invitados de "Lip Sync Chile". Salvo contadas excepciones que sí entendieron de qué se trataba (Fernando Godoy, Héctor Morales, Maria Elena Swett) muchos ni siquiera se aprendieron la letra que estaban doblando o creyeron que el objetivo era ir a carretear. Y si ya se ha cuestionado que la mayoría de los invitados sean actores y actrices, el hecho de que hasta gran parte de éstos lo haga mal es, por motivos obvios, imperdonable.
Las falencias no tienen que ver solamente con las presentaciones de los invitados, sino que con la estructura del programa mismo, que se vuelve innecesariamente largo dilatando los tiempos de espera entre performances que tampoco son lo suficientemente buenas para hacernos esperar. Y así es como el espectador se pregunta... ¿cuál es la gracia de esto que supuestamente debiese entretener?
Hay algo en "Lip Sync Chile" que es coherente con anteriores programas del área de entretención de TVN (como los muy superiores "Apuesto por ti" y "Un minuto para ganar"), y es su intención de entretener sana y familiarmente. Dicha intención se proyecta en un programa inofensivo (bordeando lo pacato, como daría cuenta la bajada a Karol Lucero supuestamente por su lipsync de "Anaconda"), de ambiente alegre (en este caso, hiper-) y con una Karen Doggenweiler (quizá la mejor animadora de Chile hoy) dando lo mejor de sí como suele hacer. Pero eso no basta para constituirlo como un programa bueno cuando la ejecución no consigue plasmar las supuestas cualidades del formato, que ya de por sí carece de solidez.
Lo mejor: Karen Doggenweiler.
Lo peor: La gran mayoría de los invitados que nunca entendieron o no les explicaron correctamente a qué iban.
Calificación:
4
Deficiente
Escala
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