Destacado

"Chiqui" Aguayo y "Mono" Sánchez: fondo similar con distinta forma

Jueves 23/02/2017

Por Víctor Herrera



Hay un problema con el humor en el Festival de Viña. Últimamente, al presentarse humoristas relativamente desconocidos por el público en general, la gente no sabe qué esperar. Muchas veces no sabemos si veremos humor familiar, blanco, negro, político o de frentón grotesco hasta que el humorista está sobre el escenario. Personalmente creo que puede haber cabida para todo (incluso lo grotesco), pero para muchos es problemático que en un recinto que se llena de niños y niñas el público no sepa a qué se va a enfrentar. El problema de esta incertidumbre da para desarrollarlo en otra columna, pero quería mencionarlo porque creo que influye en cómo reaccionamos frente a los distintos tipos de humor. Es precisamente en las reacciones que han despertado los dos últimos humoristas donde quiero centrarme.

La noche del pasado martes Daniela "Chiqui" Aguayo se subió al escenario de la Quinta Vergara sacando risas del público asistente. Las redes sociales, en cambio, se dividieron entre quienes la aplaudieron y quienes (aparentemente mayoría) la consideraron inaceptablemente vulgar.

La noche siguiente el encargado del humor fue el colombiano Carlos “Mono” Sánchez, quien también hizo reír a la audiencia con éxito (logro no menor considerando que se presentó tras Isabel Pantoja). En redes sociales, en contraste con lo ocurrido la noche anterior, la valoración positiva fue casi unánime y palabras como humor “blanco” y “familiar” se repitieron una y otra vez.

No me interesa hacer aquí un desglose sobre lo efectiva que fue la rutina de ambos humoristas, porque eso es muy subjetivo. Usted puede opinar con mucho argumento que estuvieron aburridos o que solo uno estuvo bien. Por mi parte me limitaré a decir que los dos cumplieron su cometido: hicieron reír sin ser particularmente delirantes ni innovadores. Ambos abusaron de los tópicos heteronormados sobre cómo son los hombres y cómo son las mujeres. Lo que sí me interesa es detenerme en su contenido, porque claramente viendo las reacciones, la noción que muchos tienen de “humor blanco” no coincide con la mía.

Volví a ver ambas presentaciones para prestarles más atención, ya que en mi caso Twitter siempre es un distractor durante las transmisiones en vivo (y es que no puedo evitar comentar y leer lo que se está comentando). La rutina de la integrante de "Minas al Poder" evidentemente no tuvo nada de humor blanco, ni ella lo pretendía. Fue monotemática en relación al sexo, los hombres y las mujeres, y solo en un par de momentos, como en la crítica a los noticieros o en algún atisbo valioso de feminismo, aquello se rompió.

Por su parte, la presentación de Sánchez también estuvo enfocada en los hombres, las mujeres y los genitales... y me ha molestado leer y escuchar en todos lados que su rutina fue “familiar” o que incluso él mismo la denomine así. ¿Tradicional? Totalmente, pero de humor blanco muy poco. Ambos hablaron de la cintura hacia abajo, ambos hicieron chistes de contenido sexual, ambos hicieron uso del trillado chiste sobre el examen a la próstata que tanto aterra al "macho".



No voy a pontificar diciendo que la Quinta Vergara no es escenario para hacer humor de denotación y connotación sexual como ya se ha dicho hasta el cansancio, porque no es un tema que yo considere tabú ni creo en esa estupidez de que ponga en vergüenza al país frente al mundo. Ricky Gervais, en su particular estilo irreverente y grotesco, abrió los Globos de Oro el año pasado con un monólogo en el que dijo de manera explícita que se masturbaba analmente con una de las estatuillas que había ganado. Y nadie ha generalizado diciendo que los británicos son todos unos ordinarios. No, no tengo problemas con el humor que haga referencia al sexo o a los genitales.

Sí me parecieron inaceptables dos cosas: el chiste de Aguayo donde afirmó que el ser la fea del grupo la puede salvar de ser violada, y aquel chiste de Sánchez donde insinúa que un gay (“el tío amanerado”) hace ademanes de tipo sexual en el trencito musical familiar. El primero es reprochable porque banaliza y naturaliza una situación grave sobre la que no debería hacerse humor nunca. El segundo porque fomenta el estereotipo homófobo y nefasto que vincula homosexualidad con degeneración. Y ambos casos estuvieron sucedidos por una situación irónica en el backstage: "Chiqui" hablando de “sororidad” (hermandad entre mujeres) y “Mono” diciendo que todos merecen respeto independiente de raza, físico y religión (obviamente no mencionó orientación sexual). Ninguno de esos chistes se ha criticado en los medios. Mientras por un lado se habla de feminismo y respeto por las minorías sexuales, se dejan pasar estas cosas con total liviandad. Toda la discusión se centra en la ausencia o presencia de garabatos, en la importancia de cuidar el lenguaje y en la imagen que se proyecta.

Y es ahí donde quería llegar, porque esa fue la diferencia entre ambos humoristas que generó reacciones distintas. Mientras los garabatos abundaron en la rutina de Aguayo, en la de Sánchez escasearon. Este último incluso, en una indirecta a su colega de la noche anterior, dijo que no vulgarizaría el escenario y logró que nos riéramos de su reemplazo de groserías espontáneas por siutiquerías en momentos de ira. Una manera ingeniosa de sacar provecho de la polémica, pero que no blanquea el resto de la rutina.

Todo se resume a una cosa: la preocupación que la mentalidad conservadora chilena tiene por la forma por sobre el fondo. Esa misma mentalidad que veía en las teleseries turcas productos “sanos” y “familiares” porque mientras no tuviesen desnudos, escenas de sexo ni groserías, poco importaba que se naturalizara el machismo con “románticas” historias de una mujer enamorándose del hombre que la prostituyó o bien de un cómplice de su violación. Eso último no le importaba a nadie. Esa misma mentalidad es la que considera que la rutina de Sánchez fue "blanca" porque no hizo abuso del garabato como Aguayo. “La diferencia está en la forma”, se lee de hecho por todos lados constantemente, afirmación más válida para algunos contextos que para otros. Una rutina de humor de un festival como el de Viña es un contexto donde esa afirmación puede ser válida, pero convengamos en que no se trata de un salón de clases ni un acto solemne y formal. Centrar la atención en ello y delimitar lo que es “humor blanco” por el mero registro lingüístico en vez de poner el foco en lo nocivo que puede ser el contenido quizá sea superficial. Lamentable que nos indignen más los garabatos que el machismo, y es que penosamente, en un pueblo de por sí garabatero, el machismo, la homofobia y los estereotipos de género los tenemos incluso más naturalizados que las groserías.

4 comentarios:

  1. me encantó tu comentario,en Chile la imagen sigue siendo algo muy importante,ahora se hacen los que no conocen de vulgaridades jajaja
    gracias por el análisis

    ResponderBorrar
  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderBorrar
  3. Creo que un chiste de violación puede servir para dar cuenta de una realidad de la que no se habla.

    Depende de como se escribe. Puede servir como punto de partida para que las mujeres reflexionen sobre un tema del que las revistas femeninas no se hacen cargo.

    El chiste no me parece incorrecto, estoy tratando de articular en mi cabeza el por qué. Me voy a demorar.
    Es probable que sea un comentario justamente sobre cómo la violación pasa a segundo lugar porque nos interesa por sobretodo que una mujer sea bella?

    Nuevamente me voy a demorar. Puede también que esté equivocado.

    El resto de la columna me gustó mucho mucho mucho mucho. Tienes toda la razón.

    Mis partes favoritas.

    "ambos casos estuvieron sucedidos por una situación irónica en el backstage: "Chiqui" hablando de “sororidad” (hermandad entre mujeres) y “Mono” diciendo que todos merecen respeto independiente de raza, físico y religión (obviamente no mencionó orientación sexual). Ninguno de esos chistes se ha criticado en los medios. Mientras por un lado se habla de feminismo y respeto por las minorías sexuales, se dejan pasar estas cosas con total liviandad

    también:

    Lamentable que nos indignen más los garabatos que el machismo, y es que penosamente, en un pueblo de por sí garabatero, el machismo, la homofobia y los estereotipos de género los tenemos incluso más naturalizados que las groserías"

    Un agrado leerla y compartirla.

    ResponderBorrar
  4. Los humoristas deberían variar sus temas para no aburrir al público con lo mismo. Así hay más oportunidad de expresión.

    Gracias por compartir tu opinión.

    ResponderBorrar

Tevitos Cinéfilos | Voces sobre cine, series y televisión chilena Shared by Themes24x7 Copyright © 2014

Con tecnología de Blogger.